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AUTOR: ÁNGEL ALBERTO NÚÑEZ MORENO
Hace casi medio siglo que empezó a funcionar la televisión en España y veinticinco años después, una revista publicó el primer desnudo. Desde entonces, hemos escuchado, visto y leído, todo cuanto de prohibido había, referido a lo llamado alegremente, ¡el sexo! Sin embargo, aún hay personas que ante la palabra “erótico”, sonríen con aire de complicidad. Estoy seguro, que la mayoría de ellos no pueden o no saben establecer la diferencia entre el erotismo y la pornografía. Desde siempre, el ser humano, ha tenido y disfrutado el amor que algunos llaman físico, para diferenciarle del otro: el amor espiritual. Pienso que amor sólo hay uno y que debemos afrontar los hechos físicos que provienen de la entrega del alma o las dulces mieles espirituales del acto carnal.
En realidad, la entrega del ser no tiene desperdicio ni creo existan razones para establecer límites, que si bien ayer tuvieron sus motivos, hoy debemos aceptar de una vez por todas, que la sublimación de un beso, el deseo de recibir o entregarse, no están reñidos con la ética o con las llamadas “buenas costumbres”.
Podría llenar paginas enteras con ejemplos de intelectuales, artistas, escritores y profesionales de variada índole que han realizado todo tipo de manifestaciones, expresando algunas veces a campo abierto, otras subliminalmente, otras con seudónimos, la carga emocional que ha venido llamándose erotismo y que ciertamente, no es más que una hermosa parte del alma humana.
Descripción
Sinopsis
Hace casi medio siglo que empezó a funcionar la televisión en España y veinticinco años después, una revista publicó el primer desnudo. Desde entonces, hemos escuchado, visto y leído, todo cuanto de prohibido había, referido a lo llamado alegremente, ¡el sexo! Sin embargo, aún hay personas que ante la palabra “erótico”, sonríen con aire de complicidad. Estoy seguro, que la mayoría de ellos no pueden o no saben establecer la diferencia entre el erotismo y la pornografía. Desde siempre, el ser humano, ha tenido y disfrutado el amor que algunos llaman físico, para diferenciarle del otro: el amor espiritual. Pienso que amor sólo hay uno y que debemos afrontar los hechos físicos que provienen de la entrega del alma o las dulces mieles espirituales del acto carnal.
En realidad, la entrega del ser no tiene desperdicio ni creo existan razones para establecer límites, que si bien ayer tuvieron sus motivos, hoy debemos aceptar de una vez por todas, que la sublimación de un beso, el deseo de recibir o entregarse, no están reñidos con la ética o con las llamadas “buenas costumbres”.
Podría llenar paginas enteras con ejemplos de intelectuales, artistas, escritores y profesionales de variada índole que han realizado todo tipo de manifestaciones, expresando algunas veces a campo abierto, otras subliminalmente, otras con seudónimos, la carga emocional que ha venido llamándose erotismo y que ciertamente, no es más que una hermosa parte del alma humana.
FICHA TÉCNICA
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